martes, agosto 10, 2004

Vacaciones

Fui a buscar a Mireia, que volvía de pasar unos días con su novio en Menorca. Vi como poco a poco se acercaba aquel enorme barco al muelle, haciendo mayores las manchitas de persona que se veían a proa. Era difícil reconocer a alguien, y supongo que desde el barco igual, pero se veían algunas manos optimistas que saludaban. Repasé mentalmente la ropa y los peinados de Mireia, por si reconocía su silueta, pero desistí enseguida, en realidad no creía que estuviera en cubierta; seguramente, la despedida y la morriña la habrían empujado hacia la práctica realidad de ser de los primeros en desembarcar.

Cora volvió, morena y radiante, de una semana en la playa; una semana de sol, amigos, juergas y helados. Llegó de noche, excitada y pidiendo permiso para salir hasta la madrugada; creo que piensa que si una noche no sale se va a acabar el mundo. Me gustaría que se tranquilizara un poco, pero me cuesta negarme, creo que ese brillo de ojos se nutre de risas y brisas externas, y, además, tarde o temprano vendrá la vida a fastidiarla.

Mireia y Cora no lo han tenido fácil, y han tenido que madurar, responsabilizarse y entender determinadas cosas un poco antes de lo habitual. Supongo que por eso, cuando estoy en casa, vuelven a ser pequeñas de repente. Me piden que cocine esas cosas que saben hacer perfectamente pero que “cuando lo haces tú sabe distinto”, hacemos polos de naranja que luego me como yo, nos vamos a investigar tiendas (¡hoy he comprado una toalla de supermán!), hacemos pastelaso para merendar...

Me gusta que a Mireia aún le apetezca pasar el día conmigo, que charlemos, que miremos la cartelera juntas (afortunadamente tenemos gustos similares, aunque luego no nos decidamos por ninguna), que hagamos planes para el día siguiente, o para la cena... esos momentos borran el sentimiento de culpabilidad que acumulo durante el año por no estar todo lo que quisiera (o todo lo que necesitan) con ellas.

Eso sí, algún precio hay que pagar; mis proyectos para las vacaciones van a seguir aparcados. No voy a poder ver las películas que tengo bajadas, el montón de libros va a seguir sin disminuir y, aviso a los navegantes, ejem, me temo que el Omnia va a sufrir algún retrasillo. Tendré que esperar a terminar las vacaciones.

Ara, el juego lo termino, eh? Después de tantos meses esperando me voy a quedar yo a medias... ja!